La dieta de los calabreses para vivir 110 años: así comen los centenarios

La dieta de los calabreses para vivir 110 años: así comen los centenarios

El biólogo Valter Longo presenta un libro en el desgrana «los cinco pilares» para ser más longevo y envejecer menos: evitar la carne y el ayuno son fundamentales

Conviene mirar con atención a este hombre, porque dice que tiene el secreto de la longevidad. Está ahí, sentado en frente, casi hundido en un sofá y dando la espalda a una cristalera desde la que se adivina la Gran Vía de Madrid. Valter Longo (Génova, 1967) se conserva muy bien para los 50 años que tiene, así que en ese aspecto pasa un primer escrutinio sobre sus teorías para evitar el envejecimiento desgranadas en ‘La dieta de la longevidad. Comer bien para vivir sano hasta los 110 años’, editado por Grijalbo este mismo año.

Longo, que se marchó de joven a Estados Unidos con la idea de convertirse en una estrella del Rock’n’roll y acabó estudiando biología molecular, tiene dos argumentos principales para desmarcarse de los muchos gurús que prometen métodos infalibles para vivir mejor, ser más guapos y tener éxito en todas y cada una de las cosas que nos propongamos. Uno, que no gana dinero con sus libros. “Yo no veo ni un duro y creo que eso es una garantía de que no me mueve un interés que podrías ser legítimo. He perdido millones de dólares por esta actitud”, dice sin levantar demasiado la voz. La segunda reivindicación que se hace es que su método es “científico y está basado en la investigación, en los ensayos cínicos y epidemiológicos”.

Longo dice que hay que comer poca carne y ayunar. En realidad, dice bastantes más cosas, pero esas dos son las “fundamentales”. También concede que eso no es descubrir América porque ya lo hacen los pueblos de la tierra en los que se vive durante más años y que él lo único que ha hecho es observar su dieta y extraer «un denominador común». Pero que nadie se equivoque: “Este no es un libro de dietas, sino el resultado de una carrera científica sobre el envejecimiento con el objeto de que la gente tenga una vida más larga y más saludable. El régimen es la manera más fácil de conseguirlo”.

Así que Longo ha estudiado a los centenarios habitantes de Calabria, Cerdeña y Okinawa y ha extraído aquellas cosas “que tienen todos esos lugares en común”. Obviamente, concede que hay unos factores genéticos “que no se pueden cambiar”. Pero que aunque “hay gente que está muy protegida de inicio, la mayoría no lo está y lo que hagan o coman va a determinar su longevidad. La dieta es el método más eficaz para cambiar la perspectiva a futuro de un individuo, sea un hombre un mono un ratón. Y esa dieta también modifica a los genes. Eso se observa con claridad en los estudios. Por ejemplo el factor de crecimiento es muy distinto si se consumen proteínas o no. En ese sentido, los alimentos funcionan como si fueran un fármaco”.

Cinco pilares

“Sobre los sitios en lo que la gente vive más lo que se come es más importante que el ambiente. Por ejemplo, en Nueva York sus habitantes son bastante longevos y sin embargo esperarías que los que viven en el campo o la naturaleza vivan más tiempo y eso no es así. Los datos científicos muestran que hay muchas diferencias entre las dietas ricas en proteínas y las que no. El cáncer, por ejemplo, tiene una incidencia del 75% más. Y la mortalidad en general también varía muy sustancialmente”, explica el hombre de manera pausada, sin mostrar particular emoción (lo que también puede deberse a que es su segundo día de entrevistas promocionales y es altamente probable que lleve contestando a las mismas cuestiones varias horas).

Longo tiene claro cuál es el mensaje que desea que quede claro: “Me baso en cinco pilares que reflejo en el libro pero he tenido en consideración otros estudios. Mi trabajo no está orientado a escribir libros. Mi objetivo es aumentar la longevidad siguiendo la idea de mi mentor en la universidad de UCLA. He trabajado siempre en esa línea. Pensé que ya sabíamos lo suficiente como para que estas recomendaciones se puedan mantener estables por los próximos 20 años”.

Su idea es la de que esta es “la” dieta definitiva, que no hay grandes motivos para pensar que pasará de moda, como tantas otras. Y eso, en mucha medida, porque está basada en un método de observación y estudio un poco más riguroso de lo habitual: “Dirijo dos laboratorios, uno en Los Angeles y otro en Milán. El de Italia es de cáncer. Y el de Estados Unidos de envejecimiento. Hacemos estudios clínicos en todas las partes del mundo. Quizá hagamos unos 20 ensayos de manera simultánea”.

“Por la proliferación de recomendaciones, a veces contradictorias, es precisamente por lo que empecé el libro, para advertir de que no se puede escuchar a cualquiera. Hay una selva de dietas pero hay que aplicar un criterio para discriminar. En estos asuntos se escucha a cualquiera, incluido el vecino de en frente. Muchas de estas dietas provienen de Médicos que quieren ganar dinero y rentabilizar el seguimiento a sus pacientes. Algunas de ellas tienen sus ventajas, pero la mayoría de ellas acaban por ser bastante contraproducentes porque son ricas en proteínas”, explica el biólogo italiano.

El ayuno, fundamental

En su opinión, “esa volatilidad de las dietas tienen que ver con que están pensadas solo para ganar dinero. Yo propongo una que está basada en 30 años de investigación en una universidad y en la que no se gana un duro. Lo que pretendo no es ganar dinero, sino proporcionar datos clínicos para que la gente se beneficie y viva mejor”, explica con su habitual mesura.

Una de las ideas fuerza, si no la más relevante de sus tesis es el ayuno. “Es una de las tradiciones más antiguas. No es un asunto peregrino que está de moda, sino algo basado en datos científicos. Los centenarios de los lugares que hemos estudiado lo hacen, aunque hemos modificado algunas cosas para hacerlo más eficaz”. Sobre este asunto, concede que le “sorprendieron los efectos regeneradores en las células madre derivados de no comer. Un sistema de reconstrucción de sistemas y órganos que no tenía en mente”.

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